Máximo González Devoto (Buenos Aires)
Autodidacta. Desde el año 2001 trabaja en arte
digital. Estudió publicidad y medios de
comunicación
en La Universidad del Salvador. Realizó cursos de
Photoshop y manipulación de imagen en La
Universidad de Buenos Aires.
Transitó también el camino de la música,
componiendo y ejecutando guitarra. Sus maestros
fueron Walter Malosetti y Oscar Alemán
Ha publicado sus imágenes en Saatchi Art.com y en
Open Sea.com.
Actualmente se encuentra trabajando con La
Galería del Paseo, Punta del Este/Lima. En Marzo de
2024 realizó la muestra HOLOGRAM con la
curadoría de Jacqueline Lacasa.
Hace 10 años que vive y trabaja en Uruguay.
La misteriosa potencia de los objetos
“El universo no es una materia muerta a la
que se añade a veces la vida orgánica, sino
un enorme organismo, un algo en
evolución.”
Jane Bennett, Materia Vibrante, una
ecología política de las cosas
Desde la antigüedad, el universo parece ponerse por delante como un espacio
inabarcable, como una infinita evidencia de nuestra búsqueda de lo sagrado o en
conexión con el acceso al conocimiento. Esa necesidad de percibir el mundo y sus
esferas es la que encontramos en la obra de Máximo González Devoto, quien a través
del lenguaje digital genera un conjunto de significativa sensibilidad. Las esferas
constituyen en sí mismas planos únicos, desde planetas hasta puntos en fuga,
habitáculos ultrasensoriales, flujos de creación que finalmente operan en un paisaje
singular.
Este paisaje se caracteriza por líneas austeras y exactas, que se proyectan entre la
ambigüedad de lo inhóspito y la resiliencia frente a la sobrevivencia de la condición del
ser. Ante el estado de contemplación a que nos lleva la obra, es imposible no pensar
en el carácter que la humanidad ha dado a las esferas. Ya los antiguos griegos creaban
teorías sobre las esferas, en donde los planteas y satélites naturales constelaban en un
estado de armonía pautado por el tiempo y el sonido, en definitiva, por la música. No
es extraño asociar estos conceptos a la obra de un artista que a compuesto música.
Esta línea de trabajo, que lleva más de dos década, fue gestando universos en donde
las esferas se exponían en prominente salto a la 3D, con una confección
extremadamente exigente, que encuentra en el lenguaje del arte digital un exponente
certero de lo que son estos universos. Se trata de obras en las que la curva es pulida
por el artista para llevarlo más allá, para ir hacia la cara oculta de las cosas. Hay
mensajes en sus pinturas que nos orientan hacia un futuro posible. Presenciamos una
suerte de suspensión de los acontecimientos vitales, pero sin embargo, ante ellas,
sabemos que debajo de nuestros pies la tierra está girando y nosotros con ella.
Sabemos también que la armonía nace del tiempo y de una razón sagrada, matemática
y por lo tanto es pasible de una abstracción. Es allí donde la geometría y su despliegue
espacial nos enfrentan con nuestra capacidad de representar las fuerzas que operan
en los objetos cotidianos, y aún aquellos que escapan a nuestros límites.
Estas obras tienen en su confección la doble característica: por una parte nos plantean
un viaje hacia lo íntimo y subjetivo, y por otra, recuerdan todo aquello que esta fuera
de nuestro entorno, todo lo que nos excede y que nos lleva a convivir con la
incertidumbre, y con la esperanza que encierran la misteriosa potencia de los objetos.
Jacqueline Lacasa
Curadora